La serie “Dibujos” (2022) es la primera exposición de Álvaro Gueny. Se trata de un hito significativo en su trayectoria, que pone fin a una decisión tomada 40 años atrás, cuando daba sus primeros pasos como artista visual: la de no exhibir su obra en museos y galerías. Esta decisión, lejos de suspender e invisibilizar su producción artística, lo llevó a definir, desde los años 80 hasta el presente, una trayectoria marcada por la expansión de su medio principal, el dibujo, hacia otros espacios y soportes, más masivos, como revistas, comics, animaciones, escenografías, redes sociales.
En esta exposición, compuesta por 11 paneles sin título, dibujados a carboncillo, Gueny nos muestra un tipo de dibujo que, de diferentes maneras, ha internalizado la tendencia expansiva de su trayectoria. Tratándose de “dibujos”, la primera decisión que llama la atención es la elección de un soporte de escala y carácter industrial: paneles de cartón/yeso de 2,40 x 1,20 mts., usados habitualmente como tabiques de construcción. Por otra parte, en lugar del habitual grafito, el artista optó por el carboncillo, que permite realizar trazos más gruesos y más oscuros, ofreciendo mayor
rango y versatilidad al dibujo en gran formato. Estrictamente, en las 11 obras que componen la serie, no hay nada más que dibujo (y sus borraduras) sobre cartón/yeso. No obstante, es un dibujo en el que resuenan prácticas heterogéneas: cuadrículas anaranjadas que evocan la diagramación de planos arquitectónicos, guiños a la estructura narrativa del comic, a la fotografía, a técnicas de ampliación y miniaturización digital, al collage y al montaje.
El dibujo de Gueny participa de una actividad mixta, con varias capas y mediaciones, que involucra una observación atenta de la vida contemporánea, la toma de “apuntes digitales” que van formando un archivo de imágenes cotidianas que, por su vez, funciona como material para ensayar, asociativamente, diversas posibilidades de montaje. Salvo algunas algunas tomas impersonales (de googlemaps y cámaras de vigilancia), el material consiste en fotografías realizadas por el artista en sus paseos por la ciudad: estaciones de metro y viejos proyectos habitacionales suburbanos; escenas del estallido social con ciclistas, multitudes y guanacos; personas anónimas esperando el transporte público; panorámicas de Santiago con su skyline y su cordillera; transformadores y cableado eléctrico; postes y árboles. También camas, llaves de gas y de agua. Un material marcado por la heterogeneidad
propia de lo cotidiano, con sus trayectos permanentes entre exterior e interior. Ahora bien, antes que una especial afición por cordilleras, skylines, cableados, camaso postes eléctricos, lo que realmente parece interesarle a Gueny, en tanto dibujante, es que se trata de las horizontales y verticales que solemos tener en frente, nuestros puntos de fuga habituales. Busca zonas de convergencia entre abstracción (horizontales, verticales, puntos de fuga, regularidades, contrastes entre luz y sombra) y cotidianeidad, instalando a su dibujo en cierto registro semi-abstracto. En esta misma línea, prioriza aquellas figuras cotidianas capaces de sugerir patrones visuales, y viceversa, patrones capaces de evocar figuras.
En estos paneles ha sido más frecuente el dibujo a partir de imágenes digitales, y del montaje previo de tales imágenes en programas de diseño, que el dibujo a partir de la observación directa del objeto. Al dibujar, el artista selecciona y transpone imágenes, manipulando libremente sus escalas. Este modo de dibujar, al incorporar sistemáticamente este tipo de operaciones, se expande hacia el campo del montaje basado en la reproductibilidad técnica, sin perder la especificidad propia de una de las prácticas más elementales de las artes visuales. El resultado es la composición de paisajes
asociativos entre lo abstracto y lo prosaico, que evocan e interrogan la vida cotidiana en una ciudad que, a ratos, parece tomada por escenas de una guerra civil masiva y nebulosa (cuyo murmullo puede sentirse en las horizontales inferiores de algunos paneles), a las que se superponen diversas figuras y cifras de perplejidad, ensoñación y apatía rutinaria.
A nivel formal, cada plano no nos presenta exactamente el dibujo de un paisaje, sino más bien un paisaje compuesto de dibujos, en plural, yuxtapuestos y superpuestos. En este sentido, tal vez la operación más básica de composición de la serie no sea tanto la ejecución del dibujo sino la toma de decisiones propias de quien trabaja en base al collage y el montaje de imágenes. Cada dibujo, como si fuese una imagen independiente, tiene su propia escala, su propio punto de fuga, entrando en relaciones de yuxtaposición o superposición –a veces difuminadas o suavizadas por borraduras–, sin que se busque una congruencia estricta para el conjunto. La escala de las figuras verticales rara vez encaja con las horizontales. La enorme y apática mujer del panel 9 ciertamente no podría posar sus pies sobre el pavimento de la ciudad humeante que aparece en la horizontal inferior. Algo semejante ocurre con el poste eléctrico que, en el panel V, cae con demasiado grosor sobre una escena
panorámica del estallido social. En el panel IV, vemos una sorprendente horizontal de cables que atraviesa dos rostros: no está “frente” a los rostros, a alguna distancia medible al interior de una perspectiva común, sino superpuesto, como algo montado o pegado encima. Mediante estas manipulaciones de escala, en donde proliferan incongruencias y descalces, el artista expone situaciones de desmesura, una crisis de medidas que parece afectar tanto al espacio de la obra como al mundo común.
En definitiva, en esta singular serie de planos, Gueny nos muestra nuevas posibilidades para la técnica del dibujo concebido como un medio del arte contemporáneo, capaz de participar e internalizar prácticas expandidas, intermediales, tecnológicamente actualizadas, interrogando así un presente denso, cargado de marcas históricas cuyas tendencias son aún inciertas.
Jorge Manzi Cembrano
Octubre de 2022